Desde que llegamos al mundo nos ponen un
nombre, nos identifican con un número, nos dicen a quien nos parecemos, nos
instruyen con lo que debemos y no hacer, pensar, creer y mas, crecemos y vamos
al colegio, nos graduamos, vivimos amores, tenemos decepciones, trabajamos y de
ahí no pasa más, cuando estamos viejos nos damos cuenta que dejamos pasar
oportunidades de hacer cosas que nos hubieran alegrado la vida y tal vez nos
hubieran cambiado el rumbo, debemos pensar desde temprano en la juventud, que
realmente queremos vivir, que nos inspira a estar plenos y no morir en el
intento.
Los
procesos del camino no los podemos saltar, cada ciclo prepara el siguiente,
somos dueños de cada decisión y a la vez de cada consecuencia que estas
traigan, no resignarnos a vivir en una cuadricula es una gran solución, tampoco
podemos buscar el libertinaje, la balanza debe estar proporcionada, vemos cada
error de cada generación pero no estamos dispuestos a cambiar esto, si
brindamos nuestra colaboración tal vez la calidad de vida mejore, a la vez las
decisiones propias deben procurar no atentar contra los demás, el mundo depende
de quienes lo habitamos, la vida es de compartir y no herir.
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