jueves, mayo 09, 2013


Tomar bocanadas de humo, expulsarlo, tomar, expulsar y cabe en mi cabeza
la interesante idea de que el humo aparte de ser el efímero pigmento que pinta una que otra conversación, también es revelador de pecados, encriptados en el extraño idioma del aire, y es que como puede entrar algo a mi cuerpo y salir sin saber algo de mí; probablemente sea mentira, probablemente esos códigos no existan, pero si algo he aprendido es que la verdad y la mentira no son más que metáforas desgastadas de tanto uso, entonces porque no poner a funcionar a la verdad y a la mentira a mi gusto? porque en mi mundo el cigarrillo es el nuevo polígrafo que nadie sabe leer, los pulmones confesionarios apartados de la religión, y esos bellos movimientos casuales que orquesta el cuerpo no serán nada más que ese ritual involuntario del cuerpo tratando de disfrazar una vez más, pecar, coquetear.

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