La historia nunca acabará solo la trasladaría a la memoria de todos como esa mujer que sabía cómo despedirse y que nunca lo había hecho, que usaba a la humanidad y a su dolor como medios para que alguna vez la casualidad se encargara de que a su pena le llegará por lo menos una de esas miles de postales que hace al mes con la misma intención, y es que si esa mujer pudiera escribir una postal para él, solo le diría dos palabras:
“Envejezcamos juntos” lástima que en ese entonces no era tan buena con las palabras ni con las postales.
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